Los datos macroeconómicos de 2022 son muy preocupantes. Una inflación interanual que se sitúa en el 10%, mientras que los salarios apenas han subido un 1,1%, con el sector servicios a la cabeza en la pérdida de poder adquisitivo -en Aragón representa al 66% de la población ocupada-.
Pero esto no se queda ahí. En esta etapa pospandémica se ha detectado que las empresas priorizan la contratación de nuevo personal por encima de mejorar las condiciones laborales de la plantilla. Siguen aumentando sus beneficios pero no suben los gastos laborales (no se aumentan los pagos por hora ni las horas extra). Más problemas para la clase trabajadora. A nivel de la Unión Europea, el Estado español vuelve a estar a la cola en la evolución de los costes laborales. Esto no es nuevo.
El gobierno español y el aragonés parchean con ayudas, incentivos y medias tintas. El engaño está hecho y ya se observa con el debate sobre la fiscalidad de las rentas más altas y ese concepto fallido de clase media, cuando sólo hay dos clases económicas: los poseedores de los medios de producción y los que aportan su fuerza de trabajo. Lean este hilo de Inurri Gorria sobre el tema.
Desde SOA lo tenemos claro: control, regulación y redistribución radical de la riqueza, además de desbloquear la negociación colectiva a todos los niveles.
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