Tal día como hoy, fallecía en la clínica San Juan de Dios de Zaragoza, el compañero Miguel Vicente Basanta López a las diez menos cuarto de un 05/02/77. Vicente recibió tres disparos, dos de ellos en su cabeza, que truncaron su vida y las ilusiones de un obrero de la construcción en paro que la policía española y la "prensa del régimen" en nuestro País trataron de convertir en un "delincuente habitual".
El último día de su vida, Vicente Basanta, “peligrosamente armado” con un bote de pintura roja y una brocha, se encontraba realizando una pintada en la tapia de la antigua fábrica de Alumalsa en el barrio de San José. Esta pintada decía: "Trabajo si!" "Policía no!"... ese fue su delito, ya que Francisco Tovar, policía armada fuera de servicio que paseaba con su familia, le dio el alto, sacó su arma reglamentaria y, al tratar Vicente de escabullirse, le descerrajó tres tiros por la espalda.
A los hechos acaecidos y ratificados, tiempo después, por testigos presenciales, se contraponía la versión policial, que relataba la agresión sufrida por Francisco Tovar, a quien el fallecido tiró al suelo atacándole con una barra de hierro, viéndose obligado el agente del orden a defenderse haciendo uso de su arma, que disparó contra el delincuente desde el suelo.
De nada sirvieron las declaraciones de los testigos ni la inexistencia de la barra de hierro con la que supuestamente fue atacado Tovar; tampoco que la autopsia confirmara que los disparos se habían hecho desde una posición contraria a la declarada por el policía. Francisco Tovar fue exonerado por considerarse que había actuado en legítima defensa y la causa fue sobreseída el 24 de marzo de 1977.
Los esfuerzos de la familia Basanta para reabrir el caso fueron inútiles. El 20 de junio de 1990 el Juzgado número 2 de Zaragoza ordenó el archivo de todas las actuaciones por tratarse de “causa ya juzgada por la jurisdicción militar”.
Nosotros ni olvidamos ni perdonamos. Era uno de los nuestros. Un obrero que cometio el "delito" de manifestar su rechazo al sistema con una pintada en un muro de una fabrica.
Hoy los "perros del poder" siguen criminalizando cualquier atisbo de insumisión al sistema. Siguen disparando contra cualquier manifestación de reveldia.
Hoy como ayer: no nos quieren, no les queremos.
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