Llevamos semanas denunciando que no hay “nadie al volante” en el gobierno de Aragón. A día de hoy, solo conocemos propuestas parciales; no hay un plan que tenga en cuenta los distintos escenarios que se pueden dar y sus correspondientes protocolos. Se terminó el curso, dejando en manos de los equipos directivos la organización para el curso siguiente en unas circunstancias nunca vividas con anterioridad. La consejería y el Gobierno de Aragón han hecho una manifiesta dejación de funciones. No valen las excusas, los planes de contingencia son palabrería fina y de muy mal gusto.
Las epidemiólogas, las docentes, sindicatos y familias exigen una drástica bajada de ratios. En una situación donde un núcleo familiar de diez personas no se puede juntar en una terraza, se pide al sistema educativo que siga como si nada pasara. Vemos cómo los políticos han aumentado la distancia y han bajado el número de asistentes a los plenos y parlamentos; sin embargo, no parecen entender el riesgo de tener más de veinte estudiantes (más de treinta en bachillerato) en un espacio limitado y sin ventilación en invierno. Si se reducen aforos en todos los espacios públicos y privados, ¿por qué en educación se va a contracorriente? ¿Y la reducción de las horas lectivas? ¿Cómo se va a controlar a niñas y niños de 6 o 7 años en un recreo? ¿Habrá contratación de auxiliares de aula para estas cuestiones? El presidente Lambán se ríe, no solo de toda la comunidad docente, sino de toda la comunidad educativa, comenzando por las familias.
De la misma forma, hace años que se viene reclamando que la contratación y adjudicación de vacantes se realice con suficiente tiempo -finales de julio, por ejemplo-, para que los trabajadores interinos puedan organizarse mejor. Este 2020, con el rebrote de la COVID-19, es más de lo mismo, apurando plazos para generar mayor tensión y estrés en la comunidad educativa.
De igual forma, criticamos las ideas peregrinas que van pululando respecto a la vuelta a las aulas aragonesas, como el comedor en la propia clase, ¿han consultado con las autoridades sanitarias? O los denominados grupos-burbuja, que podrían ser eficaces con ratios bajas, pero que dudamos que resuelvan la raíz del problema, salvo que se orienten a encerrar al alumnado a lo “Gran Hermano”. ¿Y la educación para adultos? Con un perfil de alumnado totalmente diferente, a nivel socioeconómico, ¿qué garantías se ofrecen ante posibles contagios?
A SOA le preocupa la situación de toda la comunidad educativa, desde conserjes y personal administrativo, hasta auxiliares, educadores sociales o personal de limpieza. ¿Se ampliará la contratación en este sector? ¿Doblarán turnos? ¿Se ha previsto algún protocolo respecto a un personal que recorre todos los espacios de un centro, limpiando y desinfectando?
Y ya por último, pero no menos importante, nos preocupa toda la cuestión del teletrabajo, vista la improvisada experiencia del final de curso pasado. ¿Tiene el profesorado que asumir los costes de la enseñanza online? ¿Hay planes para otorgar los medios suficientes a estudiantes y profesorado? ¿Qué pasa con todos los centros que están en comarcas donde la conexión con fibra o incluso un ADSL de calidad es ciencia ficción?
No hay garantía de igualdad de oportunidades, vivimos en una sociedad clasista y la administración aragonesa se esfuerza por agigantar la brecha. La pandemia nos muestra con toda su crudeza que sin soberanía no hay alternativa. La financiación autonómica es deficiente y si a eso le sumamos que el gobierno de Lambán tiene otras prioridades de gasto (pistas de esquí, regadíos, automoción, etc.), el escenario del caos y la incertidumbre se agigantan cada vez más. Parece ser que las personas no vamos primero… Y si te contagias es culpa tuya (vean los spots del Gobierno de Aragón), da igual con treinta adolescentes en casa, que yendo a comprar el pan.
Desde SOA Educazión vamos a trabajar con firmeza y coherencia en la defensa de un modelo educativo que no “desconecte” a nadie, que sea público, de calidad, gratuito y aragonés.
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